[...] No me da tiempo casi ni a pensar en tí, es lo que tienen los días entre semana. Supongo que eso es bueno, cuanto menos pienso en ti mejor. Tengo los dedos congelados y me cuesta escribir, tengo casi también el corazón congelado desde aquella tarde, aunque sigo cruzando los dedos por si te da por regresar, trébol de cuatro hojas, se supone que tiene que dar suerte así que... aquí te espero. Donde siempre, yo no me he movido y sigo sintiendo lo mismo que aquel día, las mismas punzadas y ese incesante dolor en el alma, y ahora sé que si que tengo alma, que me duele cada vez que no estas. Sigo pintandome los labios color rosa, como a ti te gustaba y sigo siendo aquella estúpida que te quiso más que a su vida, y la misma tonta cabezota y bipolar, bueno que te voy a decir a tí si lo sabes todo de mí.
Te esperaré, hasta que mi corazón deje de latir. Va a llover, te lo juro...
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