jueves, 23 de agosto de 2012

Diecisiete y para qué más.

Delicadamente bajo por tu nuca susurrándote al oído. Y dándote algún que otro beso, sigo bajando  por tu columna, y me acerco a tus costados dando un pequeño mordisco. Y aún sigues dormida, o lo aparentas. En realidad no quieres que pare. Bajo mis besos por tus caderas acariciándolas. Acabo rozando mi nariz con el final de tu espalda, hasta que puedo notar que se te eriza la piel. Subo despacio pegada a ti, y veo como te muerdes el labio. Y es que no puedo evitar besarte. Que puede llegar a ser todo tan perfecto como despertarte así por las mañanas. Ya sabes que mi sonrisa nunca faltará, ni un "buenos días idiota."

No hay comentarios:

Publicar un comentario