miércoles, 15 de agosto de 2012

Quizás haya algo detrás de todo este profundismo.

Que alguien alquile mis costillas, cuando no esté. Y planeando me voy. Tal como vine. Y ojalá no hubiera venido. Pensar en cómo sería todo sin mi. Cómo hacerlo. Y hasta preguntarme si dolería. No tengo nada que perder. Qué sería de mí sin mí. No hay dolor. Ni repulsiones. Ni taquicardias. Y sobre todo, no habría absolutismo. Y dejaría de pensar. Y que alguien me diga qué tengo que perder. Que me refresquen la memoria. Y esas ganas de gritar. De romper algo. O de consumirte. Quién sabe. Echo de menos ese dolor de mejillas. Esas sonrisas. Y dejar de ver la felicidad como un objetivo; sino como un estilo de vida. Que me duele hasta llorar. Y mi corazón se ha hecho demasiado frágil.

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